martes, 10 de mayo de 2011

LANCIA: UN PASEO POR LA REALIDAD Y EL DESEO DE RUINAS, MUSEOS, TASCAS Y PITANZAS.

Un amigo del grupo URBANITAS de Facebook, al que más de un@ haría bien en pertenecer, nos pide una semblanza patrimoniogastronómica de Lancia y, como ya está bien de cosas serias (¿éstas no lo son también?) y conviene empezar a desengrasar este blog, otrora gozoso y alegremente impertinente, no nos hemos podido resistir...

LANCIA: UN PASEO POR LA REALIDAD Y EL DESEO DE RUINAS, MUSEOS, TASCAS Y PITANZAS.
(Coordenadas: 42° 31′ 48″ N, 5° 25′ 52″ W; en decimal: 42.53° N, -5.431111° ; UTM: 4711489 300335 30T)

Las pardas lomas de Lancia -que ya duran más que las altas torres de Atenas- se divisan nada más pasar Puente de Villarente y antes de llegar a Mansilla de las Mulas, en la carretera que une León con Valladolid. El yacimiento tiene varios accesos: el más aconsejable es el que parte desde las cercanías de Villasabariego, pasando primero por Villafañe, y que es el que está indicado, sin mucho empeño, por unos pequeños carteles que se ven de milagro; el más directo –aunque menos respetuoso con las señales que prohíben girar si uno va dirección Mansilla- es el que se toma desde la gasolinera que está en medio de la gran recta que hay entre Puente de Villarente y Mansilla de las Mulas, nada más pasar Villamoros de Mansilla, a la izquierda, según se viene de León. El viajero curioso hará bien en respetar normas y señales, ya que la Guardia Civil de Tráfico es de una inusitada y quizá encomiable eficacia en esta zona del país, aunque, si bien ven la paja de la infracción en coche ajeno, no suelen apreciar la viga del detector de metales en el propio yacimiento. También demostrará su inteligencia el transeúnte al acudir durante los meses de verano, cuando Lancia cuenta con un guía. Y, por último, dará prueba fehaciente de su prudencia y sabiduría si va pertrechado de gorra, cantimplora… y alguna prenda de abrigo, en el hipotético caso de que sea madrugador.

Nada más llegar al pié del yacimiento los ojos más observadores y picajosos apreciarán el descosido que una autovía en construcción le ha provocado en los últimos tiempos en aras de un progreso tan relativo como descerebrado. Una brecha de setenta metros de ancho y varios kilómetros de largo, donde han aflorado restos de importancia que, desgraciadamente, no son visitables, pero sí visibles, ¡mira tú por dónde, les han pillao con el carrito del helao!. Si, contra toda prohibición y consejo, se visitan estos criptorestos, se hará bien en no pisar muros ni pavimentos, no hacer agujeros, dejar las tejas en su sitio, dejar en paz hornos y tumbas y respetarlos adecuadamente, ya que carecen de vigilancia y su estado de conservación es muy, pero que muy delicado. Diversos juegos florales político/administrativo/dialécticos en los últimos tiempos han ocupado y entretenido a la prensa y a lectores ociosos de la misma con heterogéneas y curiosas declaraciones, invectivas, golpes bajos, propuestas marrulleras, propósitos calienta-urnas, despotriques varios, solemnidades solípedas, verdades como cuchilladas –más que como puños- y otras tan bonitas como inservibles “estocadas de dicción”, cuyo efecto en la protección del yacimiento ha sido, sencillamente, nulo. Que la fuerza se les va por la boca, dicen algunas lenguas viperinas, sin embargo yo creo que lo que ocurre es que por la boca lo que se les van son las buenas intenciones, que son baratas, y, ya se sabe, el camino de Lancia y del Infierno está empedrado de buenas intenciones, mucho ruido y pocas nueces. Será el clima, la pertinaz sequía de neuronas, o la ramplonería intelectual de gentes -¡ ay…,representantes nuestros!- que sólo se acuerdan del patrimonio cuando llueven chuzos de punta y peligra el sillón de sus entretelas, el usufructo del coche oficial o las legítimas ganancias en prebendas que el cargo proporciona. Sic transit gloria Mundi…, tempus fugit…, arrieritos somos… y en el camino de Lancia y de las urnas nos encontraremos.

En fin, que lo mejor es subirse a la parra…, digo al cerro, contemplar el paisaje, y visitar lo que visitable es: unas termas y un macellum. A poco que se le tire de la lengua al guía de turno, éste le dirá al visitante que las termas primero fueron simples, luego dobles -para ambos sexos- y que tienen los espacios habituales: apodyteria para cambiarse y dejar la ropa; frigidaria para bañarse en agua fría y demostrar el temple de cada uno; tepidaría para pasar el rato, frotarse con el ungüento apropiado o de moda y, si le hacemos caso a Marcial, para tomarse unos vinitos si se terciaba; caldaria para bañarse en agua caliente; una sofocante sudatio para que los varones exudaran y purgaran sus excesos de triclinio; un par de letrinas para lo que se puede suponer y una palestra para ejercitarse y quitar el frío de los huesos. También le explicará que el macellum es algo posterior a las termas y que si traducimos el termino latino por “mercado” es porque no tenemos otra palabra mejor que llevarnos a la boca (quizá, tienda de delicatessen gastronómica fuera más preciso), ya que se trata de establecimientos de lujo, donde sólo se vendían las viandas más exclusivas y delicadas, para los lancienses de morro más fino y sólo al alcance de los bolsillos mejor pertrechados de denarios. También le hablará de calles porticadas y de misteriosos edificios en fase de excavación que los arqueólogos, con su habitual prudencia y sutil olfato de cómo se puede meter la pata hasta la ingle cuando se abre la boca antes de tiempo, todavía no se atreven a adjetivar.

La visita al yacimiento puede rematarse acudiendo a una humilde aula arqueológica que está situada en los bajos del Ayuntamiento de Villasabariego, donde se pueden ver algunas maquetas, fotos y materiales arqueológicos procedentes de excavaciones antiguas y recientes. Nada ostentoso, sin duda mejorable -esperemos que pronto-, pero informativo y conservado con cariño por los habitantes de un municipio orgulloso de su pasado y esperanzado con su futuro.

La fiesta puede concluirse más tarde con la vista obligada al Museo de León, sito en el singular edificio Pallarés, en el centro mismo de la capital leonesa, donde hay varias vitrinas con estupendos materiales de Lancia y algunas maquetas poco llamativas, pero bastante precisas en cuanto a lo que creemos que Lancia fue.

Al viajero atento y competente no es preciso que le diga que si, ya que está en Lancia, no visita San Miguel de Escalada, el Monasterio de Gradefes, el de Sandoval, Marialba, un estupendo y casi recién estrenado Museo Etnográfico en Mansilla de las Mulas o San Isidoro de León, algún día, tarde o temprano, se arrepentirá y hasta puede que algún alma poco caritativa le afee la conducta, y con razón. También podrá comprobar el por qué a muchos leoneses y a otros que sólo presumimos de serlo, en alguno de estos sitios, se nos cae el alma a los pies y enrojecemos de vergüenza cada vez que acompañamos a propios y foráneos a visitarlos, dada la incuria, dejadez, suciedad y deterioro que se hace patente con sólo darles un vistazo. Podría continuar la lista hablando del Museo de Arte Contemporáneo, la Catedral de León o el Húmedo, pero el viajero debería ser muy torpe si necesitara tales consejos y, ya se sabe, los torpes hacen perder mucho tiempo, así que me ahorro tan absurdos comentarios.

La hora de la verdad:
el viajero, por frugal y ascético que sea, con tanta ida y venida, en algún momento sentirá hambre. Nada más adecuado, nada más oportuno, ningún sitio mejor que éste para tales humanas debilidades ya que, afortunadamente, las posibilidades son muchas. En las cercanías de Lancia está Mansilla de las Mulas, con paraísos de cecina de chivo entrecocida, lengua en su salsa, bacalao y, si tiene suerte, unos arrocines del papo de la Reina con pulpo, o lo que sea (alubias secas de tamaño tan minúsculo como de delicada textura) que todavía me hacen salivar y llorar de agradecimiento con su sólo recuerdo, en la tradicional, monástica y entrañable Casa Marcelo, o las comidas económicas, francas, caseras y sin tapujos de la Alberguería del Camino o, para los más apegados a los manteles de hilo y menos cuidadosos con su cuenta corriente, las suculentas especialidades del El Hórreo. Claro, hay más sitios y, como Mansilla es Villa de ferias y mercados, siempre se puede comer bien en cualquier sitio si se elijen bien los platos y no se le piden peras al olmo, o no se hace como un viejo amigo mío, que siempre come fatal ya que se empeña en pedir merluzas a la vasca en plena meseta y lechazos asados en la costa levantina…

Muy cerca también están las tradicionales bodegas de Valdevimbre, territorio de llanuras de cecinas, alcores de picadillo, altozanos de morcillas leonesas, mesetas de indescriptibles tortillas de patata guisadas con tomate, pimientos y pimentón, canchales de chuletillas de lechazo o altos cerros de chuletones de contundentes vacas –a las que llaman “buey” los más crédulos, travistiéndolas- sólo aptos para carnívoros anónimos o confesos.

De Lancia hacia León merece la pena desviarse a la izquierda unos cientos de metros, al llegar a Arcahueja, y acceder al altozano de Las Pallozas donde, para qué negarlo, casi todo está bueno, pero donde reinan sin duda las carnes rojas emparrilladas en una brasa milagrosa que las tuesta en superficie y deja jugosas por dentro, a poco que instemos al chef a dejarlas como debe ser, so pena de jugarse la propina, la fama o ambas cosas a la vez.

Después, siempre nos quedará León, a quince kilómetros de Lancia, donde son tantos los sitios memorables y tan pocas las posibilidades de equivocarse que es mejor dejar al viajero competente que ejerza de tal y, si se mete en un burger, una pizzería o cualquier sitio de comida rápida, que su conciencia y su digestión se lo reclamen.

Quienes gusten de los platos de diseño con propuestas innovadoras, las minúsculas delicias de la deconstrucción -necesaria o no- de lo cotidiano, las sorpresas emulsionadas, las sospechosas espumas de sabores supuestamente impactantes, los tiempos de cocción milimetrados y declarados o las combinaciones de texturas agresivo-epatantes, también encontrarán su lugar y, seguramente, acertarán o no en función de sus conocimientos, expectativas e improbable sumisión al snobismo. Es difícil, aunque nada es imposible, que me encuentren allí, pues casi siempre me decanto por la tasca, donde la parroquia habla mal del Gobierno, de la oposición, de la Santa Sede y, si es preciso, le dicen al camarero que su vino está aguado, caliente o demasiado frío, sin temer que se trate de una propuesta novísima y de moda y que van a frustrar para siempre la magistral creatividad del sumiller-tabernero de marras. Que, ya lo decía un viejo chascarrillo: está bien que al pan le llamen pain o que al vino le llamen vin, pero no hay derecho que al queso, ¡que se ve tan claro que es queso!, le llamen ¡fromage!…, vamos, sin conocimiento… y, lo que es peor, sin fundamento ni necesidad.

lunes, 18 de abril de 2011

LANCIA: TENEMOS UN PROBLEMA.

Lancia: tenemos un problema.

Quizá, para ser exactos, deberíamos admitir que tenemos varios problemas:

a/ Un yacimiento que preservar.

b/ Una autovía que construir.

y c/ Unos representantes políticos que reconducir para que cumplan con las obligaciones para las que los elegimos, esto es, para solucionar los problemas (que a menudo ellos mismos crean actuando de forma autista e irreflexiva) y no los utilicen para tirarse los trastos a la cabeza unos a otros, en vez de ponerse de acuerdo para arreglarlos. Un espectáculo tan poco edificante como repugnante.

Ya sé…, ya sé que las elecciones se ganan aprovechando las oportunidades que te brindan los sucesos recientes ya que la memoria de los hombres es escasa y la capacidad de sufrimiento francamente reducida. Leía el otro día algo que me hizo reflexionar: casi todos recordamos de la frase de Churchill cuando sólo prometió a los ingleses “sangre, sudor y lágrimas”, pero casi nadie se acuerda de que, a continuación, perdió las elecciones. Se ve que a los ingleses de la época, a los que tan bien se les daba escribir la Historia, las frases históricas rimbombantes les conmovían poco y las promesas de sufrimiento no les hacían muy felices. La honestidad se paga –me dije a mí mismo- y me parece a mí que muchos políticos se hacen esta misma reflexión y acaban preguntándose aquello de “¿y merece la pena?”, para acabar contestándose a si mismos: “¡no, es una pena, pero no!”.

Pero resulta que existe una paradoja histórica, pero poco tenida en cuenta por quienes nos rigen, a saber: que a los ciudadanos, considerados en su conjunto y no de uno en uno, nos da igual quien gane las elecciones. Los cambios de tendencias políticas parlamentarias sólo se explican por el cambio de opinión de los ciudadanos; no hay gobierno que cien años dure, ni habría ciudadanía que lo resistiera. Si se supone que votamos por la gestión, el programa y la ideología, alguien que vote a sabiendas de que la ideología es que “ser honesto no merece la pena”, debería ser un ciudadano de segunda, ya que mantiene opiniones tan poco respetables y tan manifiestamente anticonstitucionales. El resto, la mayoría, preferimos la honestidad y la honradez (que no…, que no son lo mismo) y lo que queremos es que los problemas se solucionen. Por ejemplo: que el patrimonio de todos no sea dilapidado por decisiones caprichosas y posibilistas basadas en la ignorancia de unos y en la dejadez de otros; que cuando nos desplacemos en automóvil lo hagamos de la manera más cómoda y segura y no jugándonos el tipo –habría que pedir responsabilidades por cada muerto o herido que se produzca de aquí a la conclusión de la obra, porque Lancia es importante, pero las personas más- por una carretera tercermundista que hasta tiene puentes estrechos y en curva que desembocan en un cruce peligroso y que, en los últimos años, a raíz de las obras de una autovía que recuerdan la famosa película de Fernán Gómez “El viaje a ninguna parte”, está llenas de desvíos, salidas de camiones, señalización horizontal de distintos colores y cambiante y, en general, más trampas que una película de chinos. Vaya por Dios, ya me salió otra vez el símil cinematográfico. Y es que esta situación se asemeja a una película de miedo de las malas, de esas en las que no sabes si reír, llorar o levantarte de la butaca y que les den tila al director, al productor y al guionista, por no hablar de unos actores lamentables que no se creen su papel y que sobreactúan nada más que ven encenderse el piloto rojo de la cámara, como esos políticos en campaña a los que avisan cuando están dando un mitin y entran en el Telediario y que cambian el discurso de repente, impostando la voz y dejando el tono despreocupado mitinero de quien habla para convencidos y familiares, para regurgitar las consignas pactadas por su gabinete electoral. Una pena.

Bueno, pues tenemos un problema, o varios, o muchos problemas. Digo yo: ¿y si en vez de hacer que el problema se agigante, si en vez de poner palos en la rueda para ver qué daño le podemos hacer al adversario, si en vez de actuar como niños malcriados y maleducados, si en vez de pensar siempre en las elecciones y de buscar culpables de humanas acciones equivocadas que se repiten desde que el mundo es mundo, nos sentamos a una mesa y tratamos de solucionarlo?

Los ciudadanos lo agradecerían, luego votarían lo que les diera la gana, pero sin perder el respeto a los políticos y, al final, todo el mundo saldría ganando. ¿Quién dijo aquello de que con las cosas de comer no se juega y que, los experimentos, con gaseosa? No sé, pero tenía razón.

viernes, 15 de abril de 2011

NOTA DE PRENSA DE LA COMISIÓN DE PATRIMONIO CULTURAL DE CASTILLA Y LEÓN, DE FECHA 14-04-2011 Y RESPUESTA DEL MINISTERIO DE FOMENTO.

NOTA DE PRENSA DE LA COMISIÓN DE PATRIMONIO CULTURAL DE CASTILLA Y LEÓN, DE FECHA 14-04-2011:


La Comisión de Patrimonio Cultural de Castilla y León, reunida esta mañana en Valladolid ha tratado entre otros puntos la resolución acerca del informe técnico de excavación arqueológica preventiva en el yacimiento de Lancia, previa a la construcción de la Autovía A-60 Valladolid-León.


En relación a este asunto, la Comisión ha decidido por unanimidad suscribir el acuerdo de la Ponencia Técnica reunida con anterioridad y, en este sentido, ha resuelto requerir al promotor de la obra pública que se complete el estudio arqueológico presentado, dado que, a juicio de los técnicos, es necesario concluir la excavación de los sectores ya iniciados, caracterizar e interpretar con mayor concreción los restos, completar el estudio de los materiales, y proponer las medidas para la protección temporal de los restos ya exhumados.


En esta misma línea, y respecto de las medidas correctoras a adoptar por el promotor de la obra, la Comisión ha decidido no aceptar la medida contenida en el informe, que proponía cubrir de nuevo los restos para que quedaran en el futuro bajo el terraplén de la autovía.


La Comisión requiere en cambio al promotor la adopción de otras medidas correctoras que permitan compatibilizar la conservación y lectura permanente y visible del conjunto de estructuras y elementos arqueológicos hallados, con la efectiva construcción de la Autovía Valladolid-León en este tramo, infraestructura que los miembros de la Comisión consideran necesaria. Estas medidas se contendrán en un proyecto específico que deberá ser autorizado por la Consejería de Cultura y Turismo.


Los miembros de la Comisión han considerado que, con independencia de la necesaria culminación técnica del informe arqueológico, la cantidad, tipología e importancia histórica y patrimonial del conjunto de estructuras y elementos que ya se describen en el informe, dotan a estas áreas excavadas de gran importancia en la definición, visualización y comprensión de la antigua ciudad de Lancia, declarado Bien de Interés Cultural, y que su definitiva ocultación no resulta pertinente en relación a la importancia patrimonial que adquiere todo el yacimiento.

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RESPUESTA, EN NOTA DE PRENSA, DEL MINISTERIO DE FOMENTO:


Fuente: ABC (http://www.abc.es/agencias/noticia.asp?noticia=785575) Noticias agencias:

Fomento dice que el dictamen sobre Lancia supone retrasar en 5 años la A-60(Castilla y León). 15-04-2011 / 19:40 h León, 15 abr (EFE).-


La secretaria de Infraestructuras del Ministerio de Fomento, Inmaculada Rodríguez-Piñero, ha explicado hoy que el "supuesto" dictamen de la Comisión de Patrimonio Cultural de Castilla y León sobre los restos hallados en Lancia "supondría un retraso de al menos cinco años para la A-60" (León-Valladolid).


Rodríguez-Piñero se ha referido, en nota informativa, al dictamen de la Comisión de Patrimonio, al que se refiere en todo momento como "supuesto" porque se ha enterado de su existencia por los medios de comunicación, ya que no lo ha recibido el Ministerio de Fomento.


La Comisión de Patrimonio de Castilla y León dictaminó por unanimidad que los hallazgos del yacimiento de Lancia, por donde está previsto que pase esta autovía, tenían que ser visibles. De este modo, rechazó que se taparan estos restos y que pasara por encima la autovía, en contra de lo que se pretendía.


La secretaria de Estado ha advertido de que este dictamen "podría obligar a paralizar las obras y comenzar de cero en esta zona", ya que el cambio de trazado "afectaría a partes de la obra ya ejecutadas (incluso demoliciones de estructuras), no sólo a la zona del yacimiento (ligeramente superior a un kilómetro), sino también a las conexiones de la misma".


Asimismo, ha explicado que "habría que retrotraer todo el expediente hasta la fase de estudio informativo para someter el posible nuevo trazado a información pública y declaración de impacto ambiental", lo que supondría un retraso de al menos cinco años.


La secretaria de Estado ha lamentado el cambio de criterio de Patrimonio, que a su juicio pone en riesgo una infraestructura clave para León. Ha subrayado que Fomento "en todo momento" ha seguido las instrucciones de la Junta de Castilla y León para la construcción de esta autovía, por lo que ahora no entiende el cambio de criterio.


Rodríguez-Piñero ha apelado por último a la "lealtad institucional" que debe regir las relaciones entre administraciones y ha exigido a la Junta que le notifique su cambio de criterio sobre los restos. "Es algo insólito que el Ministerio se entere por la prensa de este supuesto dictamen que contradice lo expuesto por el informe arqueológico", ha dicho Piñero, que ha reclamado una "explicación convincente". EFE

domingo, 20 de febrero de 2011

Ecologistas en Acción denuncia que el yacimiento "sigue a la intemperie"

Ecologistas en Acción de León ha recordado este martes que el yacimiento arqueológico de Lancia "sigue a la intemperie" y se ha dirigido al Director General de Patrimonio que preside la Comisión de Patrimonio Cultural de Castilla y León, ya que será, según señalan, este órgano colegiado el que "decida sobre el futuro del enclave de Lancia (al no haber alcanzado la Comisión Territorial de León un acuerdo unánime sobre la conservación del yacimiento)".

Ecologistas en Acción de la provincia de León ha vuelto a solicitar "que se habiliten los medios técnicos y humanos necesarios para que la excavación arqueológica de la antigua ciudad de Lancia se mantenga permanentemente vigilada y protegida de la intemperie, en tanto en cuanto se decide la mejor solución para conservar 'in situ' el yacimiento, en cumplimiento de la legislación de Patrimonio Cultural, estatal y autonómica".

sábado, 5 de febrero de 2011

Lancia: el futuro del pasado.


Lancia: el futuro del pasado, o del despropósito de lo innecesario.
Jesús Liz Guiral.
Universidad de Salamanca.

“El deterioro o la desaparición de un Bien del Patrimonio Cultural constituye un empobrecimiento nefasto del patrimonio de todos”.
(Convención para la protección del Patrimonio Mundial, Cultural y Natural. UNESCO, París 16/11/1972,
¡y ya ha llovido!)

El patrimonio arquitectónico.... “Está amenazado por la ignorancia, el paso de la moda, el deterioro de todo tipo y la negligencia. La planificación urbana puede ser destructiva cuando las autoridades ceden demasiado fácilmente a las presiones económicas y a las demandas del tráfico motorizado”.
(Carta de Amsterdam, 1975. Carta Europea del Patrimonio Arquitectónico. Consejo de Europa, Amsterdam 1975, punto 6. Y, yo creo, que 36 años es tiempo más que suficiente para darnos por enterados
...)


Desde la relativa lejanía de Salamanca se oyen y se leen los sonidos de la nueva batalla. Otra vez Lancia. “Mala suerte, qué ciudad con tan mala suerte”, dicen algunas voces. Sin embargo yo creo lo contrario: sobrevivió a unos hechos bélicos que los autores antiguos nos relatan sin mucho empeño y sólo para magnificar la bonhomía, probablemente tan calculada como grandilocuente, de su conquistador, Carisio; continuó su vida y hasta fue capaz de hallar la forma de convertirse en una ciudad próspera durante más de un siglo; luego se apagó, igual que otras urbes en aquellos tiempos convulsos tardoantiguos, que asistieron a tantos cambios; se convirtió en olvido y cantera de materiales, en tierra de secano que los arados arañaron –lo hacen todavía-, siglo tras siglo; en objeto de codicia para expoliadores y amigos de lo ajeno y, a pesar de todo, ahí sigue resistiendo.

Ahora es el progreso de las comunicaciones, esa autovía que tanto necesitamos por razones de comodidad, economía y, sobre todo, seguridad en los desplazamientos, el que viene a poner a prueba al yacimiento arqueológico. El progreso, tiene gracia; en aras del progreso se derribaron en el pasado reciente muchas murallas antiguas que ahora tanto nos cuesta conservar. En León, como otras partes, también se asistió a ese estilo de “progreso”. Algunas ciudades tuvieron la suerte de contar con ciudadanos y gobernantes menos “progresistas” y no derribaron sus murallas. A los ojos de sus contemporáneos eran ciudades embridadas y maniatadas por sus muros, atrasadas y ancladas en el más oscuro pasado preindustrial y la rémora de sus murallas y puertas conservadas sólo una muestra fehaciente de su alejamiento de los criterios de modernidad y progreso reinantes. Ahora, algunas, son Patrimonio de la Humanidad. Otras no. El progreso.

No entraré, por elemental discreción, en la discusión –que podría ser fecunda y no exenta de jugosos comentarios- de la necesidad objetiva y cabal de pasar una infraestructura de este tipo al pie mismo de un “Bien de Interés Cultural” declarado por la Administración hace más de tres lustros; ni en el por qué se desoyeron todas las advertencias sobre la posibilidad de encontrar restos de una vía, una necrópolis, de instalaciones industriales y de habitación en ese lugar. Ahora nos encontramos ante unos hechos consumados, ante una nada agradable situación provocada por unas decisiones probablemente equivocadas; y esto último es importante, porque el problema es creado por decisiones humanas y no por el propio yacimiento, ni por la política proteccionista de unos restos arqueológicos que, además de intentar defenderse de los ataques durante siglos, a veces, como si fuera un mal sueño, parecen los culpables de todo.

Es quizá preciso recordar que, a veces, perdemos de vista que ya son demasiadas las circunstancias que no tienen remedio ni vuelta atrás en esta vida, como para que añadamos innecesariamente una más a la larga lista. Cuando intento explicar el modo de trabajar en Arqueología a mis alumnos no dudo en reiterar tantas veces como sea necesario –hasta la misma náusea si es preciso- el criterio de reversibilidad, esto es, que toda actuación sobre los materiales producto de nuestro estudio sea, si es posible, reversible. Así me lo enseñaron a mi y así lo trato de transmitir lo mejor que sé. Esto, que parece a todas luces deseable, no siempre puede conseguirse. El ejemplo más conocido por todos es el de la excavación, tras la que el ojo no especializado ve, en el mejor de los casos, el monumento exhumado y los objetos recuperados, mientras que el estudioso advierte éste y aquéllos, pero también lo que falta, esto es, los rellenos que lo cubrían y donde estaba la información –recuperada o no- de la historia de esos muros antes y después de su abandono. Sí, es cierto que a veces es necesario tomar una decisión, pero también es verdad que hacer algo irreversible cuando no es necesario es, simple y llanamente, una estupidez.

Con frecuencia me he encontrado en mi trayectoria profesional el falso dilema planteado por algunos entre la necesidad de construir un futuro y la necesidad de conservar el pasado. Me refiero a que es habitual en situaciones como estas escuchar frases más o menos bienintencionadas como: “no podemos hipotecar nuestro futuro para salvar unos simples restos del pasado de escaso valor monumental”. Dicho así, hasta parece cierto, pero, para ser sincero, tampoco conozco a nadie que haya pasado a la Historia por decir semejante tontería y sí a muchos por predicar y practicar todo lo contrario (quod non fecerunt barbari, fecerunt Barberini). Es cierto que a veces se presentan casos en los que es preciso tomar determinaciones muy comprometidas, pero éstos son contados y, desde luego, Lancia no es uno de ellos ya que, desde el principio del proceso –y eso es lo más extraño en estas también extrañas e ilógicas circunstancias- existen otros trazados alternativos previstos.

No creo que sea preciso recordar a estas alturas que no somos propietarios de nuestro Patrimonio Histórico-Arqueológico, sino simples depositarios que debemos asegurarnos de transmitirlo a nuestros descendientes, o responder por no hacerlo. Los mismos descendientes que, seguramente, cuando una infraestructura viaria de este tipo y en ese lugar ya no sea necesaria dentro de un tiempo –poco o mucho, qué más da, pero ese día llegará- se preguntarán por la cordura de quienes les precedieron. No es la lucha del pasado contra el futuro, sino una dudosa decisión presente que aniquila el pasado e hipoteca el futuro y, lo que es más grave, sin que exista una verdadera necesidad de ello ya que, desde el mismo anteproyecto de obra, existen alternativas mucho menos lesivas para el patrimonio de todos.

No hace tanto tiempo, quizá no mucho más de setenta años, en España se quemaban algunos archivos, en unos casos porque podían molestar a “la verdad histórica” (así, con minúsculas y no importa a qué facción política o ideológica nos refiramos) y en otros porque ciertas mentes preclaras y supuestamente pensantes no los consideraban importantes y hacía falta más sitio para instalar el producto de la burocracia de ese momento. Ahora, afortunadamente, eso ya no podría pasar o serían considerados delincuentes quienes así lo hicieran. Hoy los archivos históricos parecen estar razonablemente a salvo, o, al menos, eso prefiero creer. Hora es de preocuparnos por los Archivos del Suelo.


domingo, 2 de enero de 2011

ANATOMÍA DE UN PROBLEMA ARQUEOLÓGICO: OTRA VEZ LANCIA.

Se ha escrito mucho en los últimos tiempos a propósito de Lancia. Las palabras no son inocentes, delimitan y definen los conceptos y, por lo tanto, nuestras opiniones y decisiones; así, es importante ser precisos y, a ser posible, concisos.

Los datos que a continuación se exponen proceden de:

a/ la experiencia sobre el yacimiento después de dirigir excavaciones y prospecciones arqueológicas en el mismo desde el año 1997 hasta el presente;

b/ el análisis de fotos aéreas hechas dentro de nuestra campaña habitual de prospección de 2010 y otras realizadas dentro de un proyecto de investigación europeo, La guerre et ses traces. Conflits et sociétés en Hispanie à l’époque de la conquête romaine (IIIe-Ier s. av. J.-C.), (estudios auspiciados por el Instituto Ausonius de Burdeos y por el Programa de la Agence Nationale de la Recherche (ANR) de la República Francesa: Conflits, guerres, violence) por el especialista en arqueología romana y fotografía aérea François Didierjean, del antes citado Instituto Ausonius, dependiente de la Universidad Michel de Montaigne, Burdeos III, que amablemente nos las ha cedido.


c/ informaciones orales de los vecinos del lugar;


d/ fotos realizadas sobre las excavaciones que, con motivo de la construcción de la autovía León-Valladolid, se han realizado en el verano de 2010.

Los gráficos, fotos y comentarios que siguen se organizan de la siguiente manera:

1/ Zona 1: necrópolis y vía.
2/ Zona 2: áreas industriales y hornos.
3/ Zona 3: edificio singular y aledaños.
4/ Zona 4: hábitat y edificios de almacenamiento.
5/ Zona 5: edificios indeterminados y establecimiento militar.
6/ Zona 6: vialidad y entorno.

ANTES DE EMPEZAR Y PARA CONTEXTUALIZAR EL PROBLEMA:

En primer lugar, me gustaría reflexionar, en tono menor pero también seriamente, sobre el hecho de que los datos que voy a exponer no me parecen un problema en sí mismos, sino todo lo contrario. La valoración del patrimonio, en lo que justamente se merece, debería ser un motivo que a todos alegrara y la inusual iniciativa de Carisio, que respetó una ciudad, en principio enemiga, para que quedase como testimonio de su previsible victoria, quizá también debiera servir como ejemplo que nos iluminara, desde ese pasado -tan presente- de hace más de dos mil años. Lancia es el sujeto paciente, no el problema, el problema es lo que nosotros queramos o podamos hacer con Lancia. Ni Lancia es ya el enemigo, ni existe tampoco ningún ejército conquistador. Algo tenemos ya ganado, prosigamos, así pues, desde la estricta y desapasionada moderación reflexiva.

Lo que a continuación se puede ver no se trata de elementos aislados sino de una parte sustancial del yacimiento de Lancia, estructuras que se interrelacionan entre sí, con los restos detectados desde antiguo en el alto del cerro y aún con otros de los alrededores. La visión e investigación del yacimiento se ve fuertemente mediatizada ahora, y para el futuro, con la construcción de una infraestructura que impedirá una lectura coherente y una futura puesta en valor (tremendo galicismo, por el que pido perdón inmediatamente) de un yacimiento importante, no sólo dentro de la Arqueología castellano y leonesa, sino también europea. Desde este punto de vista, la declaración como BIC (Bien de Interés Cultural) del yacimiento fue perfectamente pertinente, consecuente con las necesidades de preservación del patrimonio que contiene y lo que sorprende es que esta declaración legal de protección, auspiciada por la Administración, no haya sido capaz de proteger al yacimiento ni de la misma Administración.


Por si esto no fuera suficiente –que así debiera-, la valoración de lo hallado en las excavaciones del año 2010 presenta unas características de excepcionalidad que no se han percibido quizá por una pretendida falta de “monumentalidad” --concepto cuya sola mención causa asombro a estas alturas de la sensibilidad de protección del patrimonio– o, más matizado, pero en el fondo perteneciente al mismo campo semántico, la “escasa entidad” de la que “adolecen“ los restos.

Sin querer entrar a valorar las causas de que esto haya sido así, creo sinceramente y de forma respetuosa con todas las partes implicadas en este triste asunto, que la existencia de los restos que a continuación se citan merecen una revisión a fondo del problema y sus posibles soluciones:


1/ una importante necrópolis de largo recorrido cronológico, sólo excavada parcialmente;

2/ unas instalaciones industriales de diversas épocas con unos hornos en un estado de conservación muy superior a lo habitual; uno, al parecer, por las noticias de prensa, del siglo IV p.C. muy bien conservado, otro del siglo XVI, en un estado de conservación excepcional que quizá debiera compensar su supuesta "falta de interés" por su cronología posromana.

3/ un tramo de una de las vías más importantes de la Hispania romana, particularmente trascendental para la articulación político, administrativa, militar y fiscal de todo el noroeste peninsular;

4/ una mutatio, o edificio de postas oficiales del Servicio imperial de correos, establecido desde Augusto, que es el único conservado en toda la Península y uno de los pocos del Imperio, ya que del de Mariturri, en el País Vasco -precisamente sirviendo a la misma vía romana, lo que no parece casual, ni poco relevante-, sólo quedan las marcas en el suelo de los muros y los muchos datos recuperados en una excavación precisa y minuciosa;

5/ unas estructuras de habitación que parecen importantes por su desarrollo espacial;

6/ unos edificios (horrea) de almacenamiento, estabulación, o ambas cosas a la vez, también poco frecuentes, y quizá en conexión con la mutatio antes mencionada;

7/ y, para finalizar, un establecimiento militar que ocupa parte de los terrenos intervenidos y no detectado, salvo en sus estructuras más resistentes, al parecer pertenecientes al siglo I p.C.


Los restos mencionados, que luego se desglosan en el aparato gráfico, debieran ser suficientes, hasta tomados de uno en uno -y, cuánto más, todos en conjunto-, para replantearse un trazado que compromete seriamente la investigación y el aprovechamiento como bien patrimonial de un yacimiento complejo y, al parecer, poco comprendido.

Cualquier excusa o interés que se anteponga a las disposiciones legales mencionadas (protección BIC), o a las razones arqueológicas aducidas, deberá argumentarse desde una perspectiva de excepcionalidad que no parece aplicable al caso que nos ocupa: el de la preservación de un patrimonio suficientemente conocido, protegido por la Ley y que, en cuanto pertenece a todos, todos debemos vigilar, proteger, cuidar, estudiar y dar a conocer.

La consideración del yacimiento de Lancia como un "todo" articulado y coherente y no de la suma de partes inconexas es algo que me parece fundamental, y eso es lo que, sobre todo, ahora está en serio riesgo de perderse. Éste debe ser uno de los ejes sobre los que descanse la dignificación de los vestigios para la visita y aprovechamiento didáctico para la sociedad de unos recursos patrimoniales que recibidos del pasado debemos proteger y que, aún mirándolo con los ojos más egoístas y economicistas, no debiéramos permitir que se perdiera porque es una inversión de futuro cuyo alcance, en gran medida, desconocemos. Primum non nocere.

También quiero dejar muy claro, para finalizar, que aunque las palabras supraescritas puedan ser interpretadas como invectivas a personas o instituciones concretas -quizá por muchos lectores que me conocen poco-, esto no es en absoluto cierto, ni mi intención es esa; mi único interés es el de procurar que Lancia sea protegida y preservada en su integridad, y mis críticas están dirigidas al sistema cautelar en general (considerado globalmente, esto es, autonómico a escala nacional -con excepciones-, estatal y también europeo en algunos casos) que hace que situaciones altamente problemáticas como éstas se repitan continuamente. En concreto, en Lancia, en un proceso que dura ya más de seis años, las excavaciones se realizaron al final, con evidente falta de tiempo, necesidad de celeridad y con los accesos y tramos de autovía colindantes a la zona ya realizados, con lo que los resultados jamás, o muy difícilmente, podrían condicionar unos hechos consumados, esto es, el trazado elegido, que desde mi punto de vista –humilde y estrictamente arqueológico-, es equivocado. En resumen: que si la presencia de patrimonio arqueológico puede alterar los proyectos de infraestructuras actuales, la investigación debe preceder a los mismos y no al contrario, para no dar la impresión de que el problema son las características arqueológicas de un yacimiento dado, cuando la realidad es que el problema es exactamente el contrario: el problema es un mal proyecto, porque carece de fundamento arqueológico al haberse realizado antes de tener todos los datos en la mano, esto es, si se me permite la frase hecha, habiendo empezado la casa por el tejado.

También quiero manifestar que realmente este último debate -el de las cosas pasadas- ahora me parece secundario, ya que son hechos consumados, irreversibles y, en consecuencia, que ya no tienen solución. Lo esencial en este momento es la valoración por quien corresponda de la importancia objetiva del yacimiento y la existencia de estructuras importantes, y aún excepcionales por su rareza en la arqueología peninsular, que deberían hacer que se reflexionara seria, pausada y desapasionadamente sobre las posibles soluciones a un problema que, hay que recordarlo, Lancia no ha creado, sino sufrido.

En Salamanca, a uno de enero de dos mil once.


Fdo.: Jesús Liz Guiral.
Área de Arqueología.
Universidad de Salamanca.



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ANEXO GRÁFICO (fotos aéreas: Jesús Liz Guiral, salvo las que se indican como de François Didierjean) :


En este apartado añado las fotografías aéreas, gráficos, ejemplos de paralelos e interpretaciones sobre lo hallado. Como las fotos hablan por sí mismas he reducido al máximo los comentarios y los pies de foto.


ZONA DE NECRÓPOLIS Y TRAMO DE LA VÍA ROMANA








ZONA DE INSTALACIONES INDUSTRIALES Y HORNOS.


HORNOS:








ALGUNOS EJEMPLOS PEOR CONSERVADOS, PERO PRESERVADOS:






INSTALACIONES INDUSTRIALES:




ZONA DE LA MVTATIO.










Hipótesis provisional de funcionamiento.


Un palelo perfecto de tamaño, distribución, localización, y, para más seguridad, en la misma vía romana, en Mariturri, Álava.






ZONA DE LOS HORREA Y LAS POSIBLES DOMVS.




Fase I
Fase II (en negro)



Fase III (en azul)


Todas las trazas de las diferentes fases.







ZONA DE LAS INSTALACIONES MILITARES.




Fase I


Fase II
Todas las trazas de la zona.

Foto de los fosos del establecimiento militar (foto François Didierjean)


Foto de los fosos y su correspondencia con los restos excavados (foto François Didierjean)







EVIDENCIAS DE ESTABLECIMIENTOS SIMILARES:




Hipótesis sobre los posibles desarrollos del campamento en función del espacio disponible y la vialidad antigua.


ENTORNO Y VIALIDAD ANTIGUA. (Fotos François Didierjean)

La vía al sur y su posible bifurcación hacia la mutatio.





Zona de la probable intersección de la vía romana con las obras de la autovía en las inmediaciones de Mansilla de las Mulas, cerca del cruce del Esla (foto François Didierjean)

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